cómo superar la envidia

Cómo superar la envidia y transformarla en inspiración

Si hay un sentimiento que causa rechazo y que tratamos de ocultar por todos los medios, es el de la envidia. No queda bien admitir que se siente envidia. No está bien visto. 
Pero, ¿y si te dijera que la envidia es una de las emociones que nos brinda más posibilidades de desarrollo personal?

Porque, aunque nos hayan contado lo contrario, sentir envidia no es malo. Es un sentimiento natural y humano que no nos convierte por defecto en malas personas.

Lo único malo de la envidia es lo que hacemos con ella, cómo la gestionamos. 
Si la conviertes automáticamente en odio gratuito hacia todo al que le vaya mejor que a ti, entonces sí es corrosiva y te va a doler. Pero si entiendes que es solo una emoción y la escuchas con atención, la envidia puede darte grandes pistas sobre lo que quieres en tu vida. Puede incluso inspirarte a hacer cosas.

En este post te contaré qué es la envidia para mí y te daré unas preguntas clave que te pueden ayudar a gestionarla mejor.

¿Qué es la envidia?

Según la RAE, la envidia tiene dos acepciones:

1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno.
2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.

La primera acepción define perfectamente a lo que en España conocemos como “envidia cochina”. Y la segunda nos interesa más. Desear algo que no se posee es querer progresar y no tiene nada de malo. Emular a alguien que ya lo ha conseguido, es hacerte el camino más fácil.

El problema es que, desde pequeñas, nos han metido en la cabeza que la envidia es una emoción negativa que hay que evitar por todos los medios. Pero nadie nos ha hablado nunca de su valor informativo.

Sentimos envidia «de la mala» de personas que consideramos que están más o menos a nuestro nivel (compañeros de trabajo, amigos o familiares) y que tienen o consiguen cosas a las que nosotras en principio también podríamos aspirar. Pensamos que es injusto porque nosotras también nos lo merecemos pero, que por una cuestión de suerte o de “enchufes”, no lo tenemos.

En estos casos, la envidia es profundamente dolorosa porque nos coloca en una posición de inferioridad. Además, hay personas con poca capacidad de gestión emocional que la convierten directamente en odio gratuito o en crítica destructiva.

Los alemanes llevan la envidia mala a otro nivel e incluso tienen el término “schadenfrauden” que literalmente significa “el sentimiento de alegría o satisfacción generado por el sufrimiento, infelicidad o humillación de otro”. 

Si alguna vez has sentido envidia cochina o si la vuelves a sentir, el primer paso es ser consciente de ello y entender de dónde viene para, a partir de ahí, poder transformarla en algo más sano. Siempre partiendo de la base de que el éxito de los demás no debería ofenderte y que, si lo hace, es porque ahí hay un trabajo personal que tienes que hacer primero contigo misma.

 

Pero entonces, ¿existe la envidia sana?

Pues, depende. Si la envidia te hace sentir emociones desagradables o desear que a los demás les pasen cosas indeseables, entonces “envidia sana” no sería.

Pero si puedes canalizarla de una forma más amable para ti, sí puede exitir algo que se asemeje a la envidia sana: la envidia que se gestiona bien y se usa como fuente de inspiración. 

Es la envidia que en vez de hacernos sentir insignificantes, nos indica el camino. Es la envidia que nos avisa de que hay alguien ahí que tiene algo que nos gusta. Pero que eso no impide que nosotras podamos conseguirlo también.

Porque ya sea cocinar de escándalo, correr una maratón o vivir de mi pasión, que alguien que yo conozca ya lo haya conseguido es una excelente noticia: eso que anhelo no es una fantasía. Es posible y a los hechos me remito.

 

¿Cómo superar la envidia? 5 preguntas para transformarla en inspiración

Aquí tienes 5 preguntas para transformar la envidia en inspiración que puedes hacerte a ti misma cada vez que sientas que esta emoción te da una puñalada:

1.¿Qué es exactamente lo que tiene esa persona que te repatea?
Aquí viene bien recordar que la competición bien entendida debería ser solo contigo misma. Quizás no puedas tener el cuerpazo de tu compañera de trabajo. Pero si ella ha conseguido perder peso o estar en forma y eso a ti te da envidia, ¿qué puedes hacer tú para sentirte más cómoda en tu propio cuerpo?

2. ¿Qué crees que ha tenido que hacer esa persona para ser así o conseguir ese éxito? 
Cuando te hagas esta pregunta, es posible que la envidia desaparezca de un plumazo. Porque entonces, quizás descubras que para tener ese tipazo, tu compañera tiene que levantarse cada día a las 6 de la mañana para irse a una clase de CrossFit. Y quizás tú no estés dispuesta a hacer ese esfuerzo. 

Puede ser que para ganar tanto dinero, la jefaza a la que envidias tiene que quedarse trabajando todos los fines de semana y tú tampoco quieras eso para ti. Por eso, ahora viene otra pregunta clave:

3. ¿Estarías dispuestas a pagar el precio para conseguir eso que te está dando envidia?
No caigas en la tentación de atribuir el éxito de los demás a la suerte. Lo más probable es que detrás de cada logro haya un inmenso esfuerzo. ¿Estás dispuesta tú también a hacer lo que haya que hacer para conseguir lo que quieres?

4. ¿Está eso que envidias realmente alineado con tu visión de éxito?
Para evitar caer en la comparación y envidiar cosas que ni siquiera deseas de verdad, asegúrate de tener muy claro qué quieres tú en la vida. No lo que quieren tus padres. No lo qué quiere tu vecina del pueblo. No lo qué quiere tu pareja. Lo que quieres tú en la vida. Y lo sé, esa es la “gran pregunta”.

Esto es importante definirlo bien. Porque si no, tal vez caigas en la tentación de compararte a diestro y siniestro y envidiar cosas que ni siquiera quieres de verdad. Pregúntate qué quieres en la vida y si lo que estás envidiando está realmente alineado con ello.

5. Si está alineado y estás segura de que quieres conseguir eso que te ha dado envidia, ¿qué vas a hacer a partir de ahora para modelar ese resultado?
Una vez tengas claro que eso que te ha dado envidia es algo que quieres sí o sí en tu vida, solo quedaría crear un plan de acción.

Convierte la envidia en admiración y modela ese éxito. Reconoce el mérito de la persona que ha conseguido lo que tú anhelas. Pero sin infravalorarte: si haces el trabajo y pagas el precio, tú también puedes tenerlo.

Si necesitas ayuda para ponerte en marcha, recuerda que siempre puedes acompañarte de un proceso de coaching.

Conclusión: la envidia es natural y humana. Todas la hemos sentido y, aunque quede mal reconocerlo, aún lo hacemos en alguna que otra ocasión. 

Eso no nos hace malas personas, nos hace personas con nuestras luces y nuestras sombras.

Partiendo de la base de que la envidia siempre ha estado y seguirá estando ahí, tienes dos opciones cada vez que te invada:

  1. Compararte, sentirte inferior, tragarte esa sensación incómoda o en su defecto criticar y caer en el odio gratuito.
  2. Saber qué quieres tú en la vida. Aprender cómo superar la envidia a través de las preguntas correctas, transformar la envidia en inspiración y pasar a la acción. 

Cuando realmente tienes claridad sobre lo que quieres y te pones a ello, lo más probable es que ni siquiera te quede tiempo para fijarte en lo que hacen o dejan de hacer las demás.

Estarás demasiado ocupada creando tu propia vida envidiable.

Un abrazo,

Ana

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